domingo, 17 de abril de 2016

Karsoris



El día que llegué a Karsoris quedé fascinado. A simple vista, parecía que aquel mundo estaba a años luz de la Tierra en lo que a tecnología se refiere; plataformas flotantes que se desplazaban de manera natural y sutil, haciendo parecer que la gravedad era una fuerza mínima y fácilmente contrarrestable. En la Tierra contábamos con motores antigravitatorios, pero debido a su gran tamaño y gasto energético, sólo algunos países, como Chile, los utilizaban como aisladores sísmicos, los que solo se encendían durante un terremoto, y empleaban la propia energía de las ondas de compresión para echarlos a andar. Era impensado reducir el tamaño de aquellos titánicos núcleos a una base de un metro cuadrado, ¡Y qué decir sobre hacerlos silenciosos!
© Códice del Tiempo
Maira Gall